Este seis de marzo, con motivo del día
internacional de las mujeres, nos tomaremos las calles para conmemorar un año
más de lucha por nuestras reivindicaciones y derechos aún pendientes. Hemos
estado en el centro de cruciales debates políticos durante muchos años; aun
así, nuestras voces han estado ausentes, pese a que nos hemos mantenido firmes
en los espacios públicos de acción y debate.
¡Tenemos mucho que exigir, proponer y conquistar!
Anualmente, entre 120.000 y 160.000[i] mujeres
seguimos expuestas a las brutales consecuencias de los abortos clandestinos,
consecuencias que viven principalmente las mujeres pobres. El debate entre los
diversos sectores políticos que componen el parlamento está centrado en el
proyecto de Bachelet de despenalizar el aborto sólo por tres causales:
inviabilidad fetal, peligro de vida de la mujer embarazada y embarazo producto
de una violación, medida que da respuesta al 3% de las mujeres que abortan. En
este país, el derecho a decidir libremente sobre nuestros propios cuerpos y
vidas, aún está secuestrado en las cúpulas de poder del parlamento y las
iglesias, por los fundamentalismos religiosos que amparan y reproducen los
sectores conservadores de esta sociedad, manteniendo bajo estricto control
patriarcal nuestras vidas y preservando la herencia de la Dictadura en materia
de derechos sexuales y derechos reproductivos. Las tres causales no son una
respuesta que solucione el problema de la clandestinidad y el reconocimiento
pleno y goce de nuestros derechos.
Es por esto llamamos a marchar “Por un 8 de
marzo sin abortos clandestinos, por un aborto libre, seguro y gratuito”.
Figuras antiderechos como Ezzati que avala
la impunidad de curas abusadores sexuales, Ricardo Sande, presidente de
la FEUC, Ignacio Sánchez, rector de la PUC, quien amenaza con no ajustarse a la
ley; partidos políticos de derecha vinculados a muertes, torturas y
desapariciones de personas; la Democracia Cristiana, que saltó al escándalo con
las declaraciones misóginas de Lorenzzini y se desenmascaró con el documento
interno que ratifica el V Congreso Ideológico de la Falange y su postura
anti-mujeres, así también como otros personajes dentro de la Nueva
Mayoría que se oponen al aborto, se hacen llamar provida e inician una
cruzada moral en contra de nuestra libertad de decidir.
A ellos y a esta hipócrita democracia les
dedicamos las palabras textuales del Manifiesto de las 343 (Simone de
Beauvoir, 1971) y les replicamos: “les prohibimos terminantemente utilizar el
término ‘respeto a la vida’. Ésta es una obscenidad en sus bocas. Somos
millones y lucharemos hasta el final para lograr lo que se nos debe: disponer
libremente de nuestros cuerpos”.
Por la lucha de las mujeres y feministas a
lo largo de la historia, todas desde nuestras diversidades nos movilizamos para
cambiar los hilos y directrices de este país heredero de la impunidad:
Las trabajadoras marchamos para levantar un Nuevo
Código Laboral que acabe de una vez con nuestras precarias condiciones de
trabajo y de vida. Somos aproximadamente el 70% de la fuerza de trabajo
subcontratada, el 22% de nosotras gana el salario mínimo e incluso menos, y del
total de los hogares dirigidos por mujeres el 55% está bajo la línea de la
pobreza. Luchamos por el derecho a una maternidad protegida para las
trabajadoras sin importar cuál sea su situación contractual, para que todos los
empleadores, ya tengan una o dos mujeres contratadas paguen el derecho a salas
cuna que necesitamos para poder trabajar.
Las mujeres todas lesbianas, bisexuales, trans
luchamos por el derecho a vivir nuestra sexualidad libremente, por la
derogación del artículo 365 que criminaliza nuestras manifestaciones de amor,
luchamos por el reconocimiento de nuestras familias, relaciones y el derecho al
placer. Exigimos terminar con las distintas manifestaciones de violencia hacia
todas las mujeres: ¡Basta de femicidios e impunidad!.
Las estudiantes junto con sus madres, padres,
apoderados y apoderadas marchamos para exigir una Educación gratuita, laica y
No sexista y por nuestro derecho a una educación sexual sin la moral de las
iglesias y los sesgos del género.
Las mujeres Mapuche marchamos por el cese de la
militarización del Wallmapu y de las violencias contra el pueblo mapuche y
otros pueblos originarios, por echar abajo la ley antiterrorista y por la
devolución de nuestras tierras ancestrales.
Las trabajadoras sexuales marchamos para
visibilizarnos como mujeres organizadas, para decir basta a la discriminación
que recae sobre nosotras. Exigimos un marco legal que reconozca nuestra
actividad como trabajo que permita mejorar nuestras condiciones laborales y de
vida, para detener el hostigamiento y la violencia policial que nos
amedrenta en las calles.
Marchamos las mujeres de los campos y las
trabajadoras rurales por la protección de los recursos naturales, la
recuperación de la soberanía alimentaria de nuestros pueblos y la defensa de
nuestros bienes comunes. Denunciamos los costos que significa para la salud y
nuestros cuerpos las malas condiciones laborales y de explotación, así también
el saqueo y la patentación de semillas por parte de las transnacionales
imperialistas.
Las mujeres y niñas con discapacidad exigimos
desarrollo económico y social inclusivo y sustentable para todos y todas,
con ejercicio y goce de nuestros derechos sexuales y reproductivos, así
como nuestros derechos civiles y políticos.
Con diversas voces muchas de nosotras levantamos
la propuesta de Asamblea Constituyente que permita a todos los sectores de la
población y en especial a los más explotados y golpeados por este sistema
capitalista y patriarcal, instalar procesos de transformación que respondan a
nuestras demandas por una vida mejor y en solidaridad.
¡Por un 8 de marzo sin
abortos clandestinos: aborto libre, seguro y gratuito!
¡Mujeres organizadas y de
pie!
[i] Según Guttmacher Institute. Panorama general del aborto clandestino en América latina, 1990. Tabla 1 incidencia del aborto: 159.650 abortos en Chile.
Maira, Hurtado y Santana (2010): estimación de 120.000 abortos inducidos anualmente.