martes, 28 de mayo de 2013

¡¡MUUUJERES!! ¡¡A PRESTAR SUS CUERPOS !! por Maria Isabel Matamala Vivaldi

EL ANÁLISIS SEMANAL DE PRIMERA PIEDRA
(Nº 519 del 28 de mayo de 2013)
http://www.primerapiedra.cl/papers/2013/pp519_27_05_2013.pdf


El Presidente Sebastián Piñera estuvo en el inicio de la CIPD Cairo’ 94, cuando aún 
era diputado. No permaneció mayor tiempo en los debates ni fue gestor de consensos. 
Pienso que no compartió el cambio de paradigma y que así se explica el salto hacia 
atrás que dio en materia de “políticas de población” este 21 de mayo.

Hace ya casi veinte años, en septiembre de 1994, se llevó a cabo en 
El Cairo, Egipto, la Conferencia Internacional de Población y 
Desarrollo, CIPD Cairo ’94, donde 184 Estados miembros de 
Naciones Unidas alcanzaron un consenso sin precedentes, que 
marcó un antes y un después en cuanto al concepto “políticas de 
población”. 
Hasta ese momento, en la comunidad internacional predominaban 
criterios demográficos; los Estados aplicaban políticas antinatalistas y metas de 
decrecimiento de su población, culpabilizando a ésta de su desequilibrio con los 
recursos del planeta. Ampliamente conocida fue la posición de Robert Mc Namara -
ministro de Defensa de Estados Unidos -, quien afirmaba que era más beneficioso 
invertir un dólar en anticonceptivos que diez dólares en ayuda al desarrollo. En otras 
palabras, los proyectos de vida de las personas y parejas, su sexualidad, sus deseos 
reproductivos, su calidad de vida y los contextos determinantes, no ocupaban el lugar 
central en las “políticas de población”. Prevalecía la visión demográfica de “expert@s” 
y gobernantes. 
En el Programa de Acción consensuado en El Cairo’94, quedó expresado un gran 
cambio cultural y político. La estructura y el crecimiento de la población se abordó 
desde una perspectiva amplia, relacionándolas con los modelos de desarrollo 
económico, las pautas de producción y consumo, el deterioro del medio ambiente, el 
ejercicio y goce de los derechos humanos. La propuesta incorporó un amplio abanico de 
políticas y programas dirigidas hacia el bienestar de la población, el aseguramiento de la 
salud de ésta, el desarrollo sostenible, la autonomía de las personas y las comunidades, 
la justicia social, la igualdad de género, de etnia, de edad, de territorios, y también, 
hacia la participación de la ciudadanía en las decisiones políticas que le incumben y 
afectan. La salud sexual y reproductiva de las mujeres y los derechos reproductivos 
emergieron como temas centrales, a considerar en la diversidad de realidades que 
ofrecen las diferentes regiones y países. Los movimientos sociales, en especial el 
movimiento feminista y l@s jóvenes jugaron un papel protagónico en la elaboración de 
las propuestas de cambio. 
Quedaría en el pasado la razón demográfica, y se 
instalaría en su reemplazo una perspectiva de derechos 
humanos y justicia social, con énfasis en la justicia de 
género. De ahí en adelante los gobiernos implementarían 
los acuerdos firmados. 
En las dos décadas transcurridas y a pesar de las firmas de 
compromiso, la región de América Latina y el Caribe 
continúa siendo paradigma de desigualdad. 
La alta cifra de abortos inseguros en la región habla de necesidades insatisfechas en 
materia de políticas y de servicios, y el descenso de la natalidad en la mayoría de los 
países, indica que los deseos reproductivos de las personas y parejas fueron 
reduciéndose, como producto de ampliación de libertades y horizontes, o por las 
presiones económicas, laborales y ambientales adversas. Y en ambas circunstancias, 
por una mejor oferta –insuficiente aún- de anticonceptivos, que ha facilitado las 
decisiones reproductivas. 
Sin el enfoque de derechos humanos como eje de las políticas públicas, la reducción de 
los nacimientos en los sectores desventajados que conforman la mayoría de nuestra 
población, expresa el impacto de ello sobre las decisiones individuales referidas a los 
cuerpos, la sexualidad y la reproducción. En la incertidumbre del presente, no es posible 
imaginar felicidades construidas en base a extensas proles; más bien ello induce al 
estrés y al miedo ante el futuro de precariedad y discriminación que amenaza a hijas e 
hijos. 
El Presidente Sebastián Piñera estuvo en el inicio de la CIPD Cairo’ 94, cuando aún era 
diputado. No permaneció mayor tiempo en los debates ni fue gestor de consensos. 
Pienso que no compartió el cambio de paradigma y que así se explica el salto hacia 
atrás que dio en materia de “políticas de población” este 21 de mayo. Retrocedió casi 
veinte años, inspirado en la razón demográfica, y desechando el enfoque de derechos. 
Su voluntad natalista coloca un ridículo y ofensivo bono como anzuelo reproductor. En 
su mundo simbólico, las mujeres son cuerpos uterizados, disponibles para bajar o subir 
la natalidad conforme a las necesidades de quienes requieren fuerza de trabajo o 
soldados para la patria. Invoca cuerpos de mujeres prestados/sometidos a intereses 
biopolíticos. 
El Presidente no asume que la estructura de la población cambió y seguirá cambiando, 
y que es preciso diseñar participativamente nuevos marcos y nuevas políticas, 
particularmente políticas de cuidado, donde no sólo las mujeres sino que la sociedad 
entera cuide a niñ@s, adult@s mayores, y a personas con capacidades diferentes o 
enfermas.
Garantizando una buena vida a la sociedad chilena envejecida y diversa que hemos 
construido, quizás algún día las decisiones reproductivas libres y autónomas de las 
personas y parejas apunten en otra dirección. Por ahora, el bono constituye un frívolo 
intento de presión sobre las mujeres, que busca vulnerar su derecho a decidir libre y 
responsablemente el número y espaciamiento de sus hijas e hijos, contando con la 
información y los medios necesarios para ello, según lo explicitó por primera vez la 
Conferencia de Derechos Humanos de Teherán, en 1968 ¡hace cuarenta y cinco años! A 
las puertas de Cairo+20, Piñera ha reafirmado su esencia capitalista y patriarcal

No hay comentarios:

Publicar un comentario