viernes, 30 de julio de 2010

Pequeños o grandes cambios

27/07/2010

Soledad Acevedo Arenas para www.nomasviolenciacontramujeres.cl de RED CHILENA CONTRA LA VIOLENCIA DOMÉSTICA Y SEXUAL.

Las mujeres vivimos, nos relacionamos, sentimos y actuamos desde el lugar de la subordinación y esto no es casual, el ordenamiento del sistema social del que somos parte prioriza ciertas características por sobre otras, siendo las llamadas “femeninas” de menor valor; es lo que conocemos como sistema patriarcal.

El género es una construcción sociocultural donde mujeres y hombres aprendemos de manera diferenciada a
comportarnos -femenino y masculino-, diferencia que genera desigualdades entre los sexos o desigualdad de poder referido al poder de dominio traducido en control y dominio ejercido de forma impositiva sobre la vida de las
mujeres.
La construcción de relaciones igualitarias entre mujeres y hombres puede ser una realidad siempre y cuando la interacción entre ambos sexos esté libre de comportamientos que coopten la autonomía personal. Muchas veces hemos escuchado que estamos viviendo otros tiempos, la vida de nosotras es distinta a la de nuestras abuelas, que el machismo va en retirada, o que sólo algunas mujeres viven situaciones de violencia.
Por cierto, que la vida de mujeres y hombres ha cambiado en muchos aspectos, sin embargo en lo que se refiere a la relación entre mujeres y hombres la forma se ha transformado, pero el fondo es el mismo: mantener la hegemonía en los roles tradicionales atribuidos socialmente a cada sexo, la subordinación de las mujeres y la mantención del poder masculino. Y esto, explico, no es porque piense que por esencia los hombres son malos y de manera consciente quieren someter a las mujeres a sus mandatos, aunque sin duda muchos no quieren abandonar esa posición acomodada. Sino porque el patriarcado en cuanto sistema, a través de la interacción de sus representaciones busca
perpetuarse.
Durante las últimas décadas ha habido cambios como el mayor acceso de las mujeres a la educación superior, la
incorporación de las mujeres al trabajo remunerado, la incorporación de hombres a las labores domésticas, el distanciamiento de las mujeres en la reproducción y la crianza. Todos estos cambios aparentes no dan cuenta de un cambio simbólico en la relación entre los sexos.
El sistema patriarcal, en cuanto sistema, busca perpetuarse de múltiples maneras y lo hace legitimando nuevas
estrategias para enmascararse. Estas estrategias para mantener la posición de poder con sus parejas, hijos e hijas e incluso en el espacio laboral es lo que Bonino llama micromachismos (mM). Bourdieu denomina a estas conductas como neomachismos ó patriarcado suave, también se les conoce con el nombre de terrorismo íntimo, pequeñas tiranías, violencia blanda, machismo invisible o sexismo benévolo. Foucault se refiere a los micropoderes.
La característica de estos comportamientos tiene que ver con la misma ideología y práctica de la superioridad masculina del machismo pero a un nivel “micro”, se desarrollan en la vida cotidiana y son “casi imperceptibles, especialmente invisibles y ocultos para las mujeres que lo padecen y que boicotean su creciente autonomía
en el mundo actual (1).”
Los micromachismos son comportamientos mayormente manipulativos ejercidos para mantener y conservar
las ventajas, comodidades y derechos de los hombres en la sociedad. Dado su carácter de invisibilidad y naturalización, gozan de impunidad y causan daño, menoscabo y malestar en las mujeres situación que sin lugar a dudas es violenta.
Es así como, para llegar a construir relaciones realmente igualitarias entre mujeres y hombres se hace necesario visibilizar y nombrar esas “pequeñas” trampas que dificultan el cambio para crear nuevas formas de relaciones no jerárquicas entre los sexos. La erradicación de todo tipo de violencia de la vida de las mujeres es una tarea permanente y de toda la sociedad.
(1) Bonino, Luis. Capítulo: “Micromachismos, el poder masculino en la pareja moderna”, “Voces de hombres por la igualdad”. Página 94.

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