sábado, 28 de febrero de 2015

DECLARACIÓN “Por un 8 de marzo sin abortos clandestinos: Aborto libre, seguro y gratuito”



Este seis de marzo, con motivo del día internacional de las mujeres, nos tomaremos las calles para conmemorar un año más de lucha por nuestras reivindicaciones y derechos aún pendientes. Hemos estado en el centro de cruciales debates políticos durante muchos años; aun así, nuestras voces han estado ausentes, pese a que nos hemos mantenido firmes en los espacios públicos de acción y debate.

¡Tenemos mucho que exigir, proponer y conquistar!

Anualmente, entre 120.000 y 160.000[i] mujeres seguimos expuestas a las brutales consecuencias de los abortos clandestinos, consecuencias que viven principalmente las mujeres pobres. El debate entre los diversos sectores políticos que componen el parlamento está centrado en el proyecto de Bachelet de despenalizar el aborto sólo por tres causales: inviabilidad fetal, peligro de vida de la mujer embarazada y embarazo producto de una violación, medida que da respuesta al 3% de las mujeres que abortan. En este país, el derecho a decidir libremente sobre nuestros propios cuerpos y vidas, aún está secuestrado en las cúpulas de poder del parlamento y las iglesias, por los fundamentalismos religiosos que amparan y reproducen los sectores conservadores de esta sociedad, manteniendo bajo estricto control patriarcal nuestras vidas y preservando la herencia de la Dictadura en materia de derechos sexuales y derechos reproductivos. Las tres causales no son una respuesta que solucione el problema de la clandestinidad y el reconocimiento pleno y goce de nuestros derechos.

Es por esto llamamos a marchar  “Por un 8 de marzo sin abortos clandestinos, por un aborto libre, seguro y gratuito”.

Figuras antiderechos  como Ezzati que avala la impunidad de curas abusadores sexuales, Ricardo Sande,  presidente de la FEUC, Ignacio Sánchez, rector de la PUC, quien amenaza con no ajustarse a la ley; partidos políticos de derecha vinculados a muertes, torturas y desapariciones de personas; la Democracia Cristiana, que saltó al escándalo con las declaraciones misóginas de Lorenzzini y se desenmascaró con el documento interno que ratifica el V Congreso Ideológico de la Falange y su postura anti-mujeres, así también  como otros personajes dentro de la Nueva Mayoría que se oponen al aborto,  se hacen llamar provida e inician una cruzada moral en contra de nuestra libertad de decidir.

A ellos y a esta hipócrita democracia les dedicamos las palabras textuales del Manifiesto  de las 343 (Simone de Beauvoir, 1971) y les replicamos: “les prohibimos terminantemente utilizar el término ‘respeto a la vida’. Ésta es una obscenidad en sus bocas. Somos millones y lucharemos hasta el final para lograr lo que se nos debe: disponer libremente de nuestros cuerpos”.
Por la lucha de las  mujeres y feministas a lo largo de la historia, todas desde nuestras diversidades nos movilizamos para cambiar los hilos y directrices de este país heredero de la impunidad:

Las trabajadoras marchamos para levantar un Nuevo Código Laboral que acabe de una vez con nuestras precarias condiciones de trabajo y de vida. Somos aproximadamente el 70% de la fuerza de trabajo subcontratada, el 22% de nosotras gana el salario mínimo e incluso menos, y del total de los hogares dirigidos por mujeres el 55% está bajo la línea de la pobreza. Luchamos por el derecho a una maternidad protegida para  las trabajadoras sin importar cuál sea su situación contractual, para que todos los empleadores, ya tengan una o dos mujeres contratadas paguen el derecho a salas cuna que necesitamos para poder trabajar.

Las mujeres todas lesbianas, bisexuales, trans luchamos por el derecho a vivir nuestra sexualidad libremente, por la derogación del artículo 365 que criminaliza nuestras manifestaciones de amor, luchamos por el reconocimiento de nuestras familias, relaciones y el derecho al placer. Exigimos terminar con las distintas manifestaciones de violencia hacia todas las mujeres: ¡Basta de femicidios e impunidad!.

Las estudiantes junto con sus madres, padres, apoderados y apoderadas marchamos para exigir una Educación gratuita, laica y No sexista y por nuestro derecho a una educación sexual sin la moral de las iglesias y los sesgos del género.

Las mujeres Mapuche marchamos por el cese de la militarización del Wallmapu y de las violencias contra el pueblo mapuche y otros pueblos originarios, por echar abajo la ley antiterrorista  y por la devolución de nuestras tierras ancestrales.

Las trabajadoras sexuales marchamos para visibilizarnos como mujeres organizadas, para decir basta a la discriminación que recae sobre nosotras. Exigimos un marco legal que reconozca nuestra actividad como trabajo que permita mejorar nuestras condiciones laborales y de vida,  para detener el hostigamiento y la violencia policial que nos amedrenta en las calles.

Marchamos las mujeres de los campos y las trabajadoras rurales por la protección de los recursos naturales, la recuperación de la soberanía alimentaria de nuestros pueblos y la defensa de nuestros bienes comunes. Denunciamos los costos que significa para la salud y nuestros cuerpos las malas condiciones laborales y de explotación, así también el saqueo y la patentación de semillas por parte de las transnacionales imperialistas.

Las mujeres y niñas con discapacidad exigimos desarrollo económico y social inclusivo y sustentable para todos y todas,  con ejercicio y goce de nuestros derechos sexuales y reproductivos, así como nuestros derechos civiles y políticos.

Con diversas voces muchas de nosotras levantamos la propuesta de Asamblea Constituyente que permita a todos los sectores de la población y en especial a los más explotados y golpeados por este sistema capitalista y patriarcal, instalar procesos de transformación que respondan a nuestras demandas por una vida mejor y en solidaridad.

 ¡Por un 8 de marzo sin abortos clandestinos: aborto libre, seguro y gratuito!
¡Mujeres organizadas y de pie!


[i] Según Guttmacher Institute. Panorama general del aborto clandestino en América latina, 1990. Tabla 1 incidencia del aborto: 159.650 abortos en Chile.
Maira, Hurtado y Santana (2010): estimación de 120.000 abortos inducidos anualmente.